miércoles, marzo 16, 2011
viernes, enero 14, 2011
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martes, julio 08, 2008
martes, mayo 13, 2008
SABADO 17 de MAYO - 17:30 hrs.
GRUPO POETICO LITERUS
TRIO DE MUSICA CLASICA MAGIS TRE MUSICARUM
TERTULIA POETICA MUSICAL
Grupo de Poesía Literus y Trío MagisTre Musicarum
Programa
Patricio Patrickson - Alfredo Klein
Maximiliano Segura
Música a cargo del Trío MAGIS TRE MUSICARUM
TRIO DOS GUITARRAS Y PIANO
a la/s
5:26 p. m.
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martes, mayo 06, 2008
lunes, octubre 01, 2007
Café Literario, agradecemos su participación.
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12:35 p. m.
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jueves, septiembre 13, 2007
TERTULIA POETICO MUSICAL
PROGRAMA
A. VIVALDI:
Concierto en Rem L'estro armónico
-Allegro
-Andante
-Allegro
LECTURA DE POEMAS
W.A. MOZART:
Trío Koechel 498
-Andante
-Minueto-Trío
-Rondó
LECTURA DE POEMAS
L. BOCCHERINI:
-Grave Assai
-Fandango
Grupo Literus: Mª Paz Silva - Maximiliano Segura -
Mario Rodríguez - Patricio Patrickson -
Alfredo Klein
Trío de Guitarras y Piano: Mirtha Rojas - Jorge Urrutia - Fernando Bravo
(MagisTre Musicarum)
duoguitarraypiano.blogspot.com
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11:59 a. m.
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Primer Lugar Cuento I. Municipalidad de Providencia
VISITA A LA BELLA DURMIENTE
«El año de mis noventa años quise regalarme una noche de amor loco con una adolescente virgen.»
Gabriel García Márquez.” Memoria de mis putas tristes”.
«No debía hacer nada de mal gusto, advirtió al anciano Eguchi la mujer de la posada. No debía poner el dedo en la boca de la mujer dormida ni intentar nada parecido.»
Yasunari Kawabata. “La casa de las bellas durmientes”.
Después de vencer sus últimos temores y reservas, y exhalando un suspiro, don Anselmo presionó el timbre de la casa situada a algunas horas de la ciudad. Sin demora, fue conducido al interior de la discreta residencia, sin serle formulada pregunta alguna. La noche se sentía tibia. Cruzó un jardín, bañado por la tenue luminosidad plateada de una luna llena, notando que era hermoso y muy bien cuidado. Al mismo tiempo, oyó el sonido armonioso del agua que saltaba y caía de una fuente que no pudo ver, por estar ubicada en algún lugar que no logró situar con exactitud. Una suave brisa nocturna agitaba las hojas de unos altos árboles vecinos, llenando el ambiente de rumores y complicidades indulgentes. Todo el lugar transmitía una adormecedora sensación de paz, belleza y serenidad.
―Su amigo me ha asegurado que usted es un caballero en quien se puede confiar, y que no cometerá ninguna acción indebida o de mal gusto ―dijo la mujer madura ante la cual había sido conducido.
La mujer estaba vestida con discreción, sería fácil confundirla con una dueña de casa de clase acomodada. Sus modales y modo de hablar denotaban roce social. Parecía dominar y conocer la situación, pues su rostro mostraba una actitud amable y comprensiva. Sin embargo, la frialdad de su mirada demostraba que su actitud frente a Anselmo sería absolutamente impersonal. Era seguro que no haría preguntas de ninguna naturaleza.
―La muchacha ya está dormida y lo espera en su habitación. Pasará la noche con usted, pero no se despertará en ningún momento, pues está narcotizada. Puede hacer lo que quiera con ella, siempre que no le haga daño. Esa es la regla inviolable de esta casa. Nuestros huéspedes son caballeros de edad, y a todos se les exige lo mismo. Sólo aceptamos personas de confianza. A primera hora de la mañana se le servirá su desayuno, y usted deberá retirarse antes de que ella despierte. No debe saber con quién pasó la noche.
La mujer le sirvió una taza de té con azúcar y galletas, que lo ayudó a tranquilizarse. No parecía tener apuro y lo esperó con paciencia. Anselmo aprovechó de examinar el lugar. Al igual que el jardín, estaba arreglado con pulcritud y refinamiento. Sin ser lujoso, se veía acogedor y tranquilo. Anselmo reconoció que se estaba sintiendo a gusto, aunque no imaginaba todavía cómo resultaría su aventura. Terminó de beber su té y miró a la mujer.
―Si gusta puede pasar de inmediato.
Una escalera lo llevó a una habitación del segundo piso. La habitación no era muy grande y no había nadie allí, pero una puerta entreabierta sugería el acceso a la habitación en que esperaba la muchacha dormida. La mujer verificó que todo estuviese en orden, antes de entregarle la llave de acceso al recinto.
―Puede desvestirse en esta pieza y ponerse esta bata, si ello le acomoda, pero en realidad no la necesitará pues todo el ambiente está calefaccionado. Tenga la seguridad de que nadie lo importunará. Si llegase a necesitar algo aquí hay un timbre, y si tiene dificultades para conciliar el sueño, encima del velador encontrará dos pastillas de somnífero.
Anselmo quedó solo. Tenía mucha curiosidad, de modo que se desvistió con una calma que no reflejaba el nerviosismo que de nuevo se había posesionado de sus sentidos. Maquinalmente se puso la bata y a continuación, avanzando con timidez, se dirigió a la habitación vecina. Abrió la puerta y se introdujo en la habitación. Traspasado el umbral, un impulso instintivo lo hizo cerrar la puerta.
La habitación era amplia pero llena de intimidad, bañada por una suave luz proveniente de lámparas disimuladas con habilidad. La decoración sencilla se notaba esmerada, y de muy buen gusto. Debió reconocer que el ambiente era grato y acogedor, y estaba impregnado de una fragancia delicada. En una cama amplia y cómoda, una muchacha desnuda, dormía profundamente. La sábana que en un principio debió cubrir su cuerpo, se había deslizado hacia un lado, dejando descubiertos unos pechos redondos y túrgidos de, quién sabe, inocente juventud.
Anselmo avanzó silencioso, temiendo despertarla; aunque se le había asegurado que eso era imposible que ocurriese. La miró con atención. Era bonita y muy, muy joven. Aunque ya estaba en la plenitud de su vida, a lo sumo tendría dieciocho años. Su rostro sereno evidenciaba un sueño tranquilo y relajado. ¿Qué sueños tendría? ―se preguntó Anselmo― ¿Tendría conciencia de que estaba sola a merced de un hombre que podría hacerle cualquier cosa, incluso quitarle la vida?
Se sentó en una esquina de la cama, y con la mirada recorrió el lugar. Descubrió que no tenía apuro, y que deseaba vivir su experiencia con tranquilidad. Aguzó el oído y sintió el rumor de las hojas que la brisa agitaba en el jardín, distinguiendo a ratos el alegre sonido del agua que brotaba incesante de la fuente escondida. Aspiró el perfume que parecía provenir del cuerpo de la joven. Sonrió, se sentía relajado. Con lentitud se acercó a la muchacha y acercó la nariz aspirando la tibieza que emanaba de su cuerpo. Sí, su cuerpo entero estaba impregnado de fina fragancia, que le llenó la cabeza de imágenes y fantasías cargadas de erotismo. Ella dormía serena, ajena a la proximidad de su acompañante. Con delicadeza le besó los pechos y se los palpó con manos un tanto inseguras, dejándose electrizar por la sensación del tacto. Notó que sus manos de piel arrugada y áspera contrastaban con la suave tersura de la piel que acariciaba. Cerró los ojos y deslizó rostro y labios por las ondulaciones y suavidad de aquel cuerpo tibio y fragante. La muchacha pareció suspirar dentro del sueño, y se giró ligeramente hacia un lado.
Anselmo empezó a reconciliarse consigo mismo. Cuando supo que los huéspedes de ese lugar eran hombres de edad ―caballeros de confianza, como se le había recalcado―, rechazó casi por instinto que él podría ser uno de ellos. No se consideraba anciano. Todavía no aceptaba la realidad de su decrepitud. Aunque a veces tenía días grises, en que amanecía sin ánimo de hacer nada, lo atribuía a la tensión del ambiente, al tipo de vida que de modo inevitable tenía que afrontar en la ciudad ― a la postmodernidad como estaba de moda decir. Pero estaba seguro que, si se le presentaba un desafío interesante, podría aplicarle las mismas energías con que había abordado los afanes de su vida. Sí, de eso no tenía dudas. Pero ahora, frente a esa muchacha desnuda, bella y deseable, tan cerca de sus manos, pero al mismo tiempo tan lejos de él, empezó a comprender y asumir la miseria y precariedad de su estado.
Sus más recientes experiencias con mujeres no había sido gratas; más bien, habían sido francamente desagradables y frustrantes. Todavía resonaba en sus oídos la risa de la mujer ante quien su virilidad no había respondido, debiendo asumir la vergüenza de su impotencia a rostro descubierto. «No te preocupes ―había dicho ella, sin éxito, tratando de consolarlo―, le pasa a muchos». Pero él sabía que de allí en adelante eso le pasaría cada vez con más frecuencia. Iba a ser su condición natural. Se había apoderado de él el temor a que la experiencia se repitiese, y desde entonces había evitado toda iniciativa. Pero su alma solitaria seguía necesitada de esas tibiezas, suavidades e incitaciones que sólo se encuentran en el cuerpo de una mujer joven. Todavía soñaba con el contacto cálido de un abrazo prolongado, con caricias, ternura. Ojalá pudiese amar a alguna, hablarle y contarle de sus soledades, llorar incluso, ¿por qué no? Pero eso era imposible. La diferencia de edades era un obstáculo infranqueable. La misma muchacha que estaba a su lado y que se dejaba acariciar sin oponer resistencia, lo rechazaría con repugnancia si estuviese consciente. ¡Viejo asqueroso! Es lo menos que su alma aprisionada frente a él, reclamaría angustiada. Sabía que eso era siempre así. Pero nunca imaginó que algún día le pasaría a él.
Era injusto que el envejecimiento del cuerpo fuese más rápido que del alma. ¿Por qué seguía soñando como un adolescente cuando su cuerpo ya estaba marchito? ¿Sería acaso una manera de alejarlo de esas obsesiones de muerte que a veces lo angustiaban en sus largas noches de insomnio? Tal vez eso era lo mejor que podía ocurrirle. Tal vez, de no ser así, ningún hombre podría soportar la carga de su vejez. Sí, a fin de cuentas era preferible de ese modo.
Era necesario entonces que la muchacha estuviese dormida. No había otra posibilidad de aproximación para él fuera de ese estado. Sólo así podría expresarse sin perder su dignidad; sin inspirar lástima ni desprecio.
Anselmo se quitó la bata y se acostó junto a la muchacha. Aunque no sentía frío se cubrió con la sábana y se aproximó a ella, sintiendo su aliento y compartiendo la tibieza de su cuerpo. La acarició con suavidad y confianza mientras recordaba una escena similar de su juventud. Una sensación ambigua lo embargó, pero era lo mejor a que podía aspirar ―pensó con un dejo de tristeza.
Tragó las píldoras de somnífero con un vaso de agua, y abrazando con la mayor delicadeza a la muchacha, que giró buscando una nueva posición dentro de su no interrumpido sueño, esperó tranquilo el efecto del sedante.
Patricio Patrickson Prada
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11:13 a. m.
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jueves, septiembre 06, 2007
Primer Lugar
Felicitamos a nuestro Poeta y amigo Patricio por la obtención del primer lugar.
En el auditorio del Instituto Cultural de Providencia se realizó la ceremonia de premiación del III Concurso Intercomunal de Cuentos, organizado por la I. Municipalidad de Providencia.
El alcalde Cristián Labbé, junto al jurado, participantes y organizadores hizo entrega del premio a Patricio del premio del Primer lugar, en este concurso participaron 115 autores.
Grupo Literus 2007

a la/s
11:20 a. m.
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domingo, julio 01, 2007
miércoles, diciembre 27, 2006
Zaquizamí 2006


® Zaquizamí
Inscrito en el Registro de Propiedad Intelectual: Nº 153 027
Febrero 2006
ISBN 956-310-340-8
© Ilustraciones de María Paz Silva Sainte-Marie
© Ediciones Literus
a la/s
10:51 p. m.
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miércoles, noviembre 29, 2006
lunes, octubre 23, 2006
Estreno
Estreno en Salvador Donoso
Este fin de semana nuestra poeta y pintora
María Paz Silva Sainte-Marie, estreno su nuevo taller
en el circuito de "Salvador Donoso"
el Circuito de Arte durante los dias
20, 21 y 22 de Octubre
con una muy buena recepción de publico,
artistas y amigos del arte.
a la/s
6:12 p. m.
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domingo, octubre 15, 2006
GONZALO MILLAN
Hago señas y signos pasajeros
otro verano, el corazón ése, mal grabado
sobre una playa de corteza tersa
con la hoja viva y rota de un cuchillo.
La crecida del invierno y de la savia
había arrastrado nuestras letras,
flechas y dibujos infantiles,
hasta perderlos en el laberinto para siempre
tragados por el remolino de las ramas.
Pongo en mi oreja la oreja ondulada de la nada
Vacío caracol de tierra y vides:
feble trompa que contiene
las nubes de langostas del ruido
y el silencio de la pared-ola
antes del estruendo y la caída;
roseta parda que al final de su voluta
sostiene toda la noche
en el hueco oscuro de su fruto;
serpentina de saliva
que deshago sin tiempo,
crujiente caliza hoja seca,
hasta dejar en mis ojos
la fugitiva presencia de la luz,
y del polvo el rastro,
y motas entre mis dedos.
a la/s
10:36 p. m.
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domingo, agosto 13, 2006
Patricio Patrickson
Termino el mes de Julio con sorpresas y continua Agosto brindándonos una muy buena compañía, Iquique tierra noble y de buenas letras nos regalo un buen Ingeniero civil, que con el paso de los años nos ha entregado más letras que números, tenemos el agrado de tener nuevamente participando activamente a Patricio Patrickson.
JINETE
Si yo, montado en un caballo
Estuviese siempre galopando…
Bajo cielo de estrellas apagadas
Cortando el aire que respiras
Firme las riendas
Calzado los estribos.
Si yo, montado sobre bestia veloz
Huyendo de tu mirada
Llegase donde agoniza el sol
Y muere la luz…
Sé que buscaría revivir
De entre las cenizas de mi alma
Aquel futuro que fue.
Si yo, jinete triste
Estuviese siempre huyendo
Lejos, muy lejos…
Cortando el aire que respiras
Perseguido por tu recuerdo
Dejando atrás la vida.
Si yo, jinete imaginario
En galope infinito hacia
Olvido disolvente.
Sin esperanza
Por siempre extraviado
En vacío acuoso
Las riendas caídas
Cortado los estribos
El caballo,
Sin cuello ni cabeza.
Yo,
Sin poder olvidarte.
HIJO DE LA LLUVIA
I.
Llueve, llueve y sigue lloviendo.
Siempre está lloviendo
En el país de lluvia.
Lágrimas de lluvia sazonada,
de muchachas que escuchan,
promesas de amor eterno.
Lágrimas de lluvia amarga,
cuando este muere.
Si la tempestad
sonroja la lluvia con olor a sexo,
la gente en sus casas,
engendra hijos de lluvia.
II.
La mujer oye llover desde su cama.
Como caracoles de vidrio empañado
Gotas de agua la observan.
¿Por qué la ignora la lluvia,
si hasta fecunda el cementerio,
donde nacen flores
que hablan de vida?
III.
El hombre desvela,
la mujer duerme.
Tímido, aspira su aliento.
La lluvia arrecia.
Quiere escuchar.
Los murmullos
del reencuentro.
OLVIDO
lo que quise ser y no fui
lo que soy y quizá seré.
Olvidar que olvidé a Dios
que me olvidó
Antes de yo olvidarlo
Que fui olvidado
en vida, antes de morir
Muerte y olvido
¿cuál va primero?
¿O son hermanas gemelas?
¿O es muerte y es olvido?
PAÍS DE LLUVIA
Llueve, llueve
Lluvia triste.
Siempre está lloviendo
En el país de lluvia.
Lluvia que pinta las casas
Con manchas de musgo verde
Y se huele en la ropa.
Lluvia fría y disolvente
Que desnuda los huesos
De muertos olvidados.
¿Escuchas como llueve?
Parece llanto triste
Sin consuelo alguno.
Una noche de oscura lluvia
Junto a brasas confidentes
Supe de aquéllas vírgenes
Que perdieron sus amantes
En un día de lluvia.
a la/s
7:06 p. m.
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Renato Irarrázaval
Recientemente tuvimos la grata presencia en nuestra reunión semanal de un gran poeta Chileno, Renato Irarrázaval.
Renato comnenzo a publicar en el 1964, su primer libro se tituló “Retorno a lo simple”, en el año 1970 continuo con “Veinticuatro poemas”.
Nacido en Viña de Mar en 1937 y titulado de periodista en la Universidad Catolica, viajo a España becado por el Instituto de Cultura Hispanica (1966), de regreso a Chile junto a Roberto Escobar editan el primer catalogo de Música Comtemporanea desde 1990 a 1968, que publicó la Biblioteca Nacional.
Entre los años 1970 y 1980 se publicaron “Despierto en el sueño” y “Por la cerradura del espejo”.
Durante el año 1983 la obra “Interrogo al Olvido” fue premiado con el galardon “Premio Municipal de Literatura”, le siguieron “Sola sombra transformada” (1985), “60 poemas” (1988), “ Otras guerras y deleites” (1989) “El tiempo nunca estuvo” (1992), “El ojal del corazón (1994), “Más allá del ojo (1997), “El espejo de la sombra” (1998), hoy disfruta preparando su nueva obra que vera la luz a los albores del nuevo año.
Parte de la obra “El espejo de la sombra”
Nuestro Instante
Sueño de la nada entre los dedos.
Desasida la luz en el instante supremo,
me devuelve tu mirada en ese dolor predilecto.
Empleo el rito que aprendimos
a leer en el vacio.
Insomnio
Mis espaldas conocieron muchas noches
se perdieron en nieblas y pesados miedos
El arrabal abrió su abismo
con ronco crepitar y espeso aliento.
Sin congregar la piadosa agonía,
la protección de la brisa
o el áspero bienestar encarcelado
En la vastedad del corazón herido,
la nocturna embriaguez de algún apego.
La espera hila la mirada en el insomnio
que arrebata al suelo su vacío.
Epitafio
En al tierra se ha dormido la semilla
de ala grávida abre esa piel suave
y e l musgo va creciendo en la cintura.
La eternidad va tendiendo lo umbrales.
No hay espacio
para mi propia oscuridad arrodillada.
a la/s
6:45 p. m.
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miércoles, julio 19, 2006
TERTULIA EN REÑACA
"Nuestra poeta María Paz Silva, integrante de Literus, fue invitada por María Soledad Mancilla Clavel, presidenta del "Centro Cultural Reñaca" a leer sus poesías a la tertulia "Cultura y amistad contra el frio".
La lectura, realizada el 28 de junio pasado, contó con la participación de los escritores Annabella Brunnig, Alicia Schlegel, Eduardo Serey, moderados por el poeta José Miguel Torres.
María Paz tuvo una excelente recepción y recibió felicitaciones y conceptuosas palabras de los participantes.
Un logro para María Paz y un orgullo para Literus.
a la/s
12:43 p. m.
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lunes, junio 12, 2006
ZAQUIZAMI
Un libro de Poemas en Blog.
El grupo Literus, ha cumplido su anhelo
de publicar un libro de poemas de su autoría.
Para ello ha utilizado la modalidad del Blog
siendo uno de los pioneros en este campo.





a la/s
7:23 p. m.
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miércoles, mayo 31, 2006
Primer - Libro
ZAQUIZAMI
a la/s
8:48 p. m.
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viernes, abril 21, 2006
Libro en construcción "Zaquizami"
Quién de todos?
hasta hacerme creer
en el fatídico final
que me habita otro ser
Quién descontrolado
tiró al azar
una vida sin vida
que se estrenó en la mía,
y al llamar del otro lado
creyó, que para volver
un andamio era suficiente
Quién predestinó
que mi lenguaje
sería el de la luna,
y equivocó el trasbordo
comprándome un ticket de cuarta
En la parada impuesta
me sentaré a esperar
a que el vacío
se vuelva espejismo,
mil veces seré ese otro
las menos apareceré yo
Mientras tanto
prepara cada andamio extra
vuélvete cartógrafo
rescribe con notas amarillas
el mapa que extravié
No será
que no me encuentres
cuando decida regresar
MPaz Silva S.M.
a la/s
8:08 p. m.
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martes, abril 04, 2006
Grupo Literus
Selección de Poemas de:
María Aranguren
María Paz Silva
Alfredo Klein
Mario Rodríguez
Maximiliano Segura
2006
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5:37 p. m.
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lunes, abril 03, 2006
miércoles, diciembre 14, 2005
Les Calanques ... - Autora: Maria Aranguren _ Francia 2005
Les Calanques de Marseille
Los acantilados mienten.
Yo no había venido a buscar la verdad.
Ellos, en el día se muestran blancos y hasta lo dicen a quien
quiera oírlos: somos inmaculados.
Mienten.
Lo he comprobado.
Nos engañan en el paso del caminante.
Nos llevan por senderos del desierto y repiten el grito de Ulyses.
Nosotros, desarmados, salimos en su busca.
Pero los que gritamos tampoco somos nosotros.
Grita el Grito, en nuestro grito
Ellos, los acantilados, saben que son infieles.
Y no merecen el blanco.
Nosotros somos infieles y sólo merecemos el grito.
Cuando el mar lo reclama, nuestro grito tiene sed
Y cuando es el viento,
El eco desvanece la razón.
Salvo cuando el mistral se vuelve hombre,
Y baja violento desde la montaña, toma con sus manos el Ródano, nada detiene su camino.
Los hombres ya no buscan a Ulyses en su grito.
Se esconden en sus casas, no comen, no duermen, olvidan el gesto de la caricia, sus ojos se vuelven fuego
El mistral termina su cópula con los acantilados
El mediterráneo recoje su manto e ignora al moribundo.
El grito desaparece indolente.
El hombre vive la aridez de la vida sin grito.
Los acantilados reinan,
Vestidos de tiza
Solos
Soberbios.
María Aranguren
a la/s
1:44 p. m.
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martes, diciembre 06, 2005
Otoño en ... por María Aranguren
Otoño en Marseille
No hay rojos ni ocres, no hay naranjas ni marrones. No hay color ciruela, ni tampoco color vino.
El mediterráneo seca todos los colores, los bebe con rabia, sediento, los desangra, y se guarda la savia .Son los pigmentos de los alquimistas y de los brujos marinos.
El mar se enfermó cuando el hombre mató a su madre. De ella sólo recuerda que el azul es un color hecho de todos los colores. Y desde entonces no puede permitir otro rival que no sea el sol o el acantilado. A ellos les deja los colores del olvido, el blanco y el dorado.
Una bruma, un gris a lo lejos, recuerda que el solsticio se nos derramó de las manos y tardará en regresar.
Apresurado llega el mistral, quita el gris de un manotazo y la ropa vuelve a colgar del alambre.
El faro espera el momento de anunciarlo, le abre la entrada al puerto, y los marineros secan la ceniza de los bolsillos.
Sin el faro y su palabra no habrá sábanas que sequen el sudor de la larga noche de insomnio. Alguien armará un sabor de castaña y quizás el otoño entre.
Su paso escurridizo buscará los árboles de la St-Victoire.
Será el inmigrante sin papeles, el visitante no deseado, el violador de la noche y los árboles esconderán su vergüenza en un amarillo pálido.
Esperarán el pincel de Cézanne que sin prisa, se llevará las hojas.
María Aranguren
a la/s
8:44 p. m.
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